miércoles, 2 de septiembre de 2009
Fernando Lugo y las bases militares del Imperio en Colombia
Fernando Lugo y las bases militares del Imperio en Colombia
Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición, se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía dijo Jean Jacques Rousseau, y una buena muestra al respecto es el “progresista” obispo de los pobres Fernando Lugo.
Como era de esperarse, Lugo exteriorizó que dará un fuerte apoyo a Alvaro Uribe para la instalación de bases militares en la región, tras declarar que "Colombia es soberana (?) para autorizar bases del imperio en su territorio".
Todo indica, pues, que nuestro hombre en Asunción no tendrá prejuicios ni remordimientos para apoyar a su aliado colombiano en la instalación de bases yanquis dentro del territorio colombiano, a juzgar por los antecedentes. En materia de bases militares yanquis, Paraguay tiene una vieja tradición de encubrimiento.
Lugo recibió anteriormente asesoramiento en materia represiva de su homólogo colombiano, apenas asumió la presidencia, a instancias de la embajadora Liliana Ayalde. Alvaro Uribe fue el primer presidente a quien Lugo hizo una visita oficial.
La prensa paraguaya informó el viernes 5 de setiembre de 2008 que la embajadora de los Estados Unidos en Paraguay, Liliana Ayalde, visitó ayer al ministro del Interior, Rafael Filizzola. En la ocasión, la representante de George W. Bush enfatizó el interés de su país de “apoyar y acompañar los programas” de seguridad de Paraguay. La diplomática no descartó una cooperación para el fortalecimiento de la Policía Nacional, que se realizaría en el marco del Programa Umbral.
La diplomática acotó que “básicamente estuvimos repasando lo que la cooperación del Gobierno de Estados Unidos ha venido trabajando y algunos temas posibles para el futuro”. Añade que hablaron de “algún posible apoyo a la Policía”. El “apoyo” no tardó en concretarse, y la escalada represiva se disparó en pocas semanas.
LA COBARDÍA, MADRE DE LA CRUELDAD
El escritor francés Michel Eyquem de Montaigne acuñó una frase que puede aplicarse como anillo al dedo al obispo Fernando Lugo: la cobardía es la madre de la crueldad.
Intolerante con los pobres, obsecuente con los ricos, esa es la máxima que tiene como norte el gobierno del obispo Fernando Lugo, todo un sumario de la más despreciable cobardía. La anulación del decreto que regulaba el uso de agrotóxicos ante la amenaza de un tractorazo de los sojeros lo corrobora.
Fue su cobardía la que lo empujó a ordenar el asesinato de campesinos como Bienvenido Melgarejo, en defensa de los mismos terratenientes monoproductores de soja al servicio de Monsanto, que hoy pretende hacer pasar por sus antagonistas.
Por cobardía ordenò reprimir a sin techos en más de una oportunidad, ocasionando la muerte de dirigentes sociales bajo los cascos de los caballos de la policía montada.
Por cobardía ordenò el arresto de centenares de campesinos sin tierras, permitió que Carmen Villalba sea torturada en su lugar de reclusión y envió a la cárcel a un dirigente social que esperaba ser recibido por él en los umbrales de la casa de gobierno.
Por cobardía hizo compromisos con Stroessner, con la secta Moon, con James Cason, con Aldo Zucolillo, Liliana Ayalde.. Por cobarde acudió a besarle el anillo a George W..
Bush, a Álvaro Uribe, a Felipe Calderón
Por cobardía volvió a nombrar al ministro de Hacienda de su antecesor, un reconocido esbirro del Fondo Monetario Internacional.
Por cobarde permitió que sean vejados los líderes sandinistas por referentes en Paraguay del National Endowment for Democracy, una fundación creada casi exclusivamente para contrariar a los seguidores del general de Hombres Libres, Augusto César Sandino.
Sólo un cobarde es valiente con las mujeres, como escribió José Hernandez, y Fernando Lugo lo confirmò con Benigna Leguizamón, negándose a someterse a la prueba de ADN y confirmando con su actitud su paternidad.
FALSEDAD Y TRAICIÓN AL DESNUDO
Las traiciones más frecuentes obedecen a la debilidad más que a un deliberado propósito de traicionar, dijo La Rachefoucald. Lo confirma con su actitud Fernando Lugo, cuya falsedad y pusilanimidad no sólo se manifiesta en el plano moral, también en el ético, político y personal.
Todo en él fue desde el inicio una estafa, empezando por su discurso moralista que ahora le juega en contra, al descubrirse que era apenas un corruptor de menores y pervertido que no tenía nada que envidiar al desaparecido dictador Alfredo Stroessner.
Fue un gran traidor a la fe católica, de la que se valió para disfrazarse de apóstol del cambio y la ética, para luego apuñalarla por la espalda al revelarse incapaz de cumplir sus compromisos con ella. Si a la más grande y antigua institución sobre el mundo, la iglesia católica apostólica romana, fue capaz de defraudar, ¿qué lealtad pueden esperar los paraguayos para nuestras instituciones y nuestro país de un personaje semejante?
También se aprovechó de la Teología de la Liberación, para mentir sobre los motivos de su alejamiento obligado de la iglesia, que tenían mucho más que ver con su in conducta y promiscuidad que con motivos filosóficos.
Fue una gran estafa a la fe pública, de la cual se aprovechó para escalar con una enorme carga de culpas a cuestas.
Fue una gran estafa a la buena fe de la izquierda latinoamericana, que lo arropó con generosidad para recibir sólo traiciones de él. Lo sentenció Victor Hugo: "El traidor no es otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignándose a desempeñar un papel secundario."
Luís Agüero Wagner
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